martes, 27 de enero de 2009

¿Qué hacer cuando la “F” es de Fobia Escolar?

El ajuste de los niños y las niñas al ambiente escolar va a depender de un sinnúmero de factores, entre ellos sus recursos emocionales, rasgos de personalidad, aspectos motivacionales, destrezas intelectuales y/o sociales, apoyo familiar y factores asociados al entorno escolar entre otros.

Cuando nuestros niñ@s van por primera vez a la escuela, cambian de escuela o inician un nuevo año escolar pueden presentar niveles de temor o ansiedad que usualmente logran superar con sus propios recursos. Sin embargo, en ocasiones la ansiedad puede ser tan intensa que puede afectar el desempeño académico o incluso impedirle al niño que asista a clases.

La dificultad que limita al niñ@ o adolescente a asistir en forma regular a clase tiene su origen en una afección emocional relacionada usualmente como un desorden de ansiedad o depresión y se llama “Fobia Escolar”. Este trastorno puede ser tan severo que promueva que el menor se ausente durante semanas o meses a la escuela provocando una serie de secuelas negativas a nivel académico, como emocional y familiar. Se asocia a la ansiedad de separación, a trastornos de ansiedad generalizada y a trastornos obsesivos compulsivos.

Estadísticamente se ha determinado que la incidencia de fobia escolar en la población general de niños y adolescentes es de un 1%, aunque estudios indican que va en aumento. Esta condición no discrimina por razón de género, clases sociales o capacidad intelectual, pero tiende a presentarse mayormente en primer grado, sexto grado y casi al final de secundaria.

Los factores que desencadenan la negativa de ir a la escuela pueden ser diversos. Por ejemplo, puede relacionarse a las tensiones típicas que produce la escuela como lo son: frustraciones o presiones académicas, conflictos con compañeros/as, cambio de escuela, estilos de los maestros, etc. factores familiares tales como peleas, separaciones, presiones, mudanzas, enfermedades entre otros.

Un gran número de niñ@s no logra identificar el factor que causa el temor, incluso manifiestan agrado por la escuela.

Algunos de los síntomas más comunes de la fobia escolar son:

  • Respuesta de ansiedad o angustia severa que produce la presión de ir a la escuela (especialmente en las mañanas)
  • Resistencia a asistir a la escuela (no querer salir de la cama o no bajarse del carro)
  • Se queda en la escuela llorando, hace pataletas por un tiempo prolongado
  • Presencia de síntomas somáticos: Nauseas, mareo, dolor de cabeza, de estómago, palpitaciones, entre otros.
  • Manifestaciones de temor a todo lo relacionado con estar en la escuela

La aparición de los síntomas puede ser de forma súbita o de forma paulatina. Los mismos tienden a desaparecer los fines de semana. En ocasiones l@s niñ@s no refieren que están angustiados, alarmándose la familia por los síntomas somáticos o por la resistencia de ir a la escuela.

Es recomendable una evaluación sicológica para identificar factores que provocan y mantienen el rechazo escolar, establecer la severidad de la depresión para proceder a establecer un plan de tratamiento que responsa a las particularidades de cada caso. Dicha evaluación debe nutrirse de información provista por padres y maestros sobre la conducta y el historial de los síntomas.

Diferentes modalidades de tratamiento pueden ser utilizadas para que los síntomas disminuyan o lleguen a desaparecer. Algunas de ellas son: psicofármacos, técnicas para manejo de ansiedad (relajación, desensibilización sistemática), terapia cognitiva-conductual o hipnosis clínica.

Es importante identificar si su niñ@ presenta fobia escolar y buscar las ayudas necesarias para que pueda superarla. De esa forma se podría promover un sentido de bienestar físico, emocional y familiar además de sentar las bases para el desarrollo de fortalezas que le permitirán a su hij@ lograr éxito en su vida futura.

jueves, 13 de marzo de 2008

Hipnosis para el tratamiento del Trastorno de Déficit de Atención


La hipnosis ha demostrado ser una herramienta eficaz para ayudar tanto a adultos como a niños a alcanzar metas, controlar hábitos, reducir el dolor, la ansiedad y la depresión, e inclusive, para mayor éxito académico. A pesar de que la hipnosis ha sido aceptada como una modalidad terapéutica por la Asociación Médica Americana, la Asociación Psiquiatrita Americana y la Asociación Psicológica Americana, ha sido mal interpretada por algunas personas, quienes se muestran temerosas debido a que su marco referencial no es el de la hipnosis científicas, que conlleva una ética y un arduo entrenamiento por parte del terapeuta, sino la hipnosis de espectáculo.

Uno de los mitos creados es que la persona pierde control de sí misma y que durante el trance queda a merced de otra persona. Muy lejos de esto, en la hipnosis Ericksoniana el terapeuta necesita que el paciente participe activamente en el proceso, que plantee qué es lo que quiere resolver y dentro de un estado de súper conciencia busque en su interior sus propios recursos para resolver sus dificultades.


La hipnosis, especialmente con niños, ha sido exitosamente utilizada para trabajar con su autoestima, ayudarlos a focalizar su atención, mejorar destrezas sociales y regulando sus niveles de actividad motora, entre otros. Estos factores afectan directamente a niños que han sido diagnosticados con Trastornos de Déficit de Atención con o sin hiperactividad. Es por eso que la hipnosis ha surgido como una alternativa efectiva en el tratamiento para dicha condición, sin implicar riesgos secundarios (APA Meeting 1999).


En el proceso de hipnosis con niños se utiliza el juego tanto en el proceso de inducción de trance como para apoyar al paciente a la construcción de realidades interiores que le sean favorables a su bienestar. Algunos de los efectos que se producen a nivel cerebral en pacientes bajo hipnosis son: un aumento en la actividad eléctrica de ondas Theta asociadas a mayor habilidad en el manejo de la atención; incremento en el flujo cerebral global que crea mejoría en la eficiencia del sistema nervioso central; y a la armonización de funciones racionales y emocionales, localizadas en ambos hemisferios. Además, bajo hipnosis, el niño desarrolla la capacidad de controlar el dolor, sobre todo, el de la frustración al compararse con sus pares y darse cuenta de sus problemas de desarrollo o aprendizaje.


Foto tomada de: http://psicologia.uniandes.edu.co/fotosprueba/discusion.jpg